Celo por la casa de Dios


Nos acostumbramos… a vivir en nuestra casa y a no tener otra vista que no sea las ventanas que nos rodean. Nos acostumbramos a no abrir las cortinas. Y porque no abrimos completamente las cortinas nos acostumbramos a encender más temprano la luz. Y a medida que nos acostumbramos a la luz, olvidamos el sol, olvidamos el aire. Nos acostumbramos… a despertar sobresaltados porque se nos hizo tarde. A tomar rápido el café porque estamos atrasados. A comer un sándwich porque no da tiempo para comer a gusto. A salir del trabajo porque cae la noche. A cenar rápido y dormir con el estómago pesado sin haber vivido el día. Nos acostumbramos a ahorrar vida que, poco a poco igual se gasta y que una vez gastada, por estar acostumbrados, nos perdimos de vivir. Y al estar acostumbrados nos olvidamos de las bendiciones de Dios.
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¿Cómo cambiar tu carácter?


Efesios 4:22-24

Todo cristiano debe de entender que ya morimos al viejo hombre y que ya hemos crucificado nuestra carne con sus pasiones y deseos, y que también ya somos libres de todo pecado y de toda condenación, según (I Corintios 5:17) cristo ya nos hizo nuevas criaturas y por lo tanto ya no debemos de vivir de acuerdo a nuestra vieja pasada manera de ser porque ya nosotros somos nuevas criaturas por lo tanto el cristiano de verdad ya no debe de andar como el mundo anda, el mundo anda en odio, en amarguras, en pleitos, en contiendas, en griterías, en pecados y ya el cristiano no vive bajo el sistema del mundo sino que tiene que aprender, a vivir bajo el sistema de Dios, sino acuérdate como vivíamos antes que conociéramos al señor, antes vivías como querías hacías lo querías, decías lo que se te venia en gana y nadie te podía decir nada, porque vivías en tu “libre esclavitud del pecado” sin conocer la moralidad el respeto, la honra, El amor, los principios éticos morales y espirituales y sin conocer a Dios, que es la base de toda moralidad, y respeto.

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Aviva el fuego


Todos los seres humanos tenemos y demostramos interés por el fuego, la reacción química que surge cuando una gran cantidad de calor es aplicada a alguna materia. Muchos de nosotros nos desviamos y nos salimos de nuestro camino con tal de alcanzar algún fuego que con sus llamas consuma un edificio, automóvil, casa o cualquier otra cosa que pueda ser consumida por este fenómeno. Podemos llegar a un lugar donde un incendio ocurre y quedarnos ahí hasta que las llamas sean completamente apagadas.

Es con ese mismo empeño que debiéramos los cristianos preocuparnos de que el fuego del Espíritu Santo de Dios queme en nuestros corazones. De la misma manera que nos esforzamos a llegar a un lugar a ser testigo de algún incendio, debemos llegar al altar de Dios para asegurarnos que nuestra llama se mantenga viva. Que no importa cuanta agua quiera el enemigo lanzarnos para apagar el fuego, permanezcamos con nuestras llamas encendidas.
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A los pies de Cristo

LUCAS 10: 38 – 42
Este es uno de los relatos más íntimos de la vida de JESÚS. La casa de Marta, María, y Lázaro se hallaba ubicada a pocos Kms de JERUSALEN en la aldea llamada Betania. Al parecer Marta era la hermana mayor de esta familia, y aparentemente eran solteros. La presencia de JESÚS en este hogar nos deja una gran enseñanza en este día.

En primer lugar para JESÚS era un lugar de descanso en compañía de gente agradable.

En segundo lugar era un refugio y preparación antes de ir a la cruz.

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